En un entorno restringido por una pandemia en el que las prácticas comerciales establecidas se complican, la industria farmacéutica ya está adoptando lo digital de manera más proactiva como vehículo para mantener el flujo de información, la comunicación y la conciencia.
Con las fuerzas de ventas fuera de la carretera, las conferencias médicas cerradas y el contacto cara a cara con los profesionales de la salud severamente limitado, por ejemplo, las comunicaciones digitales multimedia y la mensajería en todo el espectro de las partes interesadas, han pasado cada vez más a primer plano.
El COVID-19 ha obligado a las empresas farmacéuticas a pensar de forma más creativa y flexible cómo su modelo de negocio puede adaptarse a las nuevas limitaciones, como el trabajo desde casa, las prohibiciones de viaje, los cuellos de botella de la cadena de suministro, las marcadas ralentizaciones en la contratación de ensayos clínicos, el desvío de fondos y recursos sanitarios, y un escrutinio más detenido del reembolso de medicamentos a medida que aumenta la presión sobre los presupuestos sanitarios.
La ronda anual de conferencias médicas líderes, una plataforma crucial para entregar actualizaciones de ensayos clínicos y consolidar relaciones con líderes de opinión clave, se ha adaptado rápidamente a los formatos en línea. Justificar los costos y los desafíos organizacionales de estas grandes reuniones físicas puede ser más difícil de justificar en un mundo posterior a la COVID.
Algo similar puede ocurrir con los ensayos clínicos, una de las actividades farmacéuticas más afectadas por la pandemia. La mayor disponibilidad y liquidez de los datos, así como las herramientas digitales, como los dispositivos de monitoreo remoto, ya han abierto posibilidades para los ensayos clínicos virtuales con un mayor énfasis en los resultados informados por los pacientes en tiempo real.
No todas las restricciones actuales son necesariamente una puerta abierta para lo digital. Los viejos hábitos y los intereses creados son difíciles de olvidar. Las empresas farmacéuticas y sus socios digitales no solo deben demostrar un valor medible a los clientes desde el cambio a productos y servicios digitales, sino también asegurarse de que el valor dé como resultado un cambio sistémico real.
Lo digital se está acelerando en la industria farmacéutica, incluso si va por detrás de las industrias impulsadas por el consumidor (por ejemplo, banca y comercio minorista) donde lo digital ha anulado completamente las expectativas sobre cómo se deben administrar los bienes, los servicios y las relaciones con los clientes.
Si reconoce el valor a largo plazo de la disrupción digital acelerada por las circunstancias extraordinarias de la COVID-19, la industria farmacéutica podría emerger más eficiente, ágil, activa e invertida en innovación a todos los niveles.