Cada crisis representa un reordenamiento de las cartas para las empresas de cualquier sector. La crisis hipotecaria de 2008 cambió la mentalidad social y los ganadores y los perdedores de la crisis se repartieron en diferentes niveles. Sin embargo, la crisis de 2020 ha tenido ganadores fijos: aquellas empresas ya dominantes y de algunas industrias específicas como los desarrolladores de software, semiconductores, medios de comunicación y las farmacéuticas, según un estudio de Mckinsey.
Algunos de los “drivers” de estos efectos son evidentes, dado que los confinamientos mundiales provocaron una demanda en soluciones tecnológicas o avances en salud. Sin embargo, estos indicios no dejan de ser preocupantes. En un mundo en el que ya las grandes desigualdades eran un problema político-social y estructural, la gran aceleración ha impulsado tendencias de desigualdad y ahora en el mundo económico, las mejores empresas se están volviendo mucho mejores y las peores, mucho peores.
Para ello, expertos del estudio realizado por Mckinsey identificaron tres estrategias que las empresas afectadas negativamente por la crisis deberían considerar:
Reenfocar los recursos
Con las nuevas demandas y condiciones, se necesita mover recursos de operaciones ineficientes y reenfocarlos en mecanismos o transformaciones que ayuden a adaptar o mejorar el modelo de negocio. Muchas veces no se trata de conseguir más recursos, sino de liberar los que se tienen para alimentar aquellas áreas con mayor peso en el crecimiento de la organización.
Fijar un norte
Aunque suene duro, la clave es mantenerse firme durante las crisis. Hay empresas que forzosamente tienen que cambiar, pero hay otras que tienen una apuesta y bases sólidas que simplemente necesitan resistir este ciclo económico. Incluso si la decisión es cambiar los objetivos o modelo de la empresa, se necesita un norte fijo que vaya más allá del corto plazo. Eso significa pensar en tu negocio más allá de COVID-19 o momentos políticos.
Actuar ya
Sea cual sea la estrategia, el momento para moverse es ahora. No hay un momento mágico para comenzar a trabajar o un hito especial que te indique cuándo actuar. Muchas empresas están esperando al fin de la crisis para revisar sus próximos pasos, lo cual les deja en un largo período indefinido de estancamiento.