En los procesos metodológicos, la observación y la escucha son parte fundamental de la formulación de teorías. Aunque la observación especialmente juega un rol claro en los estudios cualitativos, la teorización o formulación de estudios cuantitativos muchas veces parte de la observación de fenómenos.
La observación y la escucha son, incluso, la única manera de resolver contradicciones o dudas que de otro modo no se explicarían.
Por ejemplo, en un estudio sobre los incentivos mediante refuerzos positivos o negativos en un colegio de infancia primaria, sucedió algo curioso. Para medir el impacto y cambiar el comportamiento de padres que dejaban a sus hijos tarde en el colegio, luego de la hora límite, impusieron una multa monetaria. A partir de ese momento, el porcentaje de padres que llegaban tarde a recoger a sus hijos incrementó de forma notoria.
¿Por qué la contradicción? En el plano teórico, era un sinsentido inexplicable. Solo mediante la escucha descifraron lo sucedido: al hablar con varios de los padres, entendieron que a muchos les alivió que impusieran la multa, porque para ellos era como pagar por el privilegio de poder llegar más tarde. Lo que en los números era un refuerzo negativo, resultó ser positivo.
Así como en muchas otras cosas, escuchar y observar es la llave de entrada para entender el contexto de un fenómeno. Aunque nos sintamos expertos o familiarizados con un tema en concreto, lo cierto es que cada experiencia tiene sus particularidades y la triangulación de hechos y el análisis del contexto, son las únicas maneras de no solo entender un fenómeno, sino de entenderlo desde varios puntos de vista.