Claves para detectar y atender
El 13 de julio es el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). En México, se estima que entre 5% y 9% de la población padece este trastorno y menos del 10% de los niños que sufren de TDAH, reciben el tratamiento adecuado.
El déficit de atención es un tema de mucha discusión tanto en el ámbito profesional como en la sociedad, dado que es uno de los trastornos del neurodesarrollo más comunes en los niños según el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos. Aunque es una cuestión que genera mucha preocupación en padres y familiares, el primer paso para identificar si hay un problema y luego tratarlo es confiar en los profesionales de la salud.
Hoy queremos tratar el tema con el propósito de desmitificar algunas creencias alrededor del TDAH y entender un poco mejor las realidades alrededor de esta condición, perfectamente controlable cuando se maneja con información.
Hay varias señales que delatan este trastorno, pero primero debemos advertir que sean manifestaciones recurrentes y claramente marcadas. Muchos de estos síntomas son señales que perfectamente nos pueden ocurrir sin sufrir el trastorno:
1. Dificultades sociales como entenderse con otras personas, resistir impulsos o esperar un turno
2. Dificultades personales como fantasear continuamente, olvidar cosas con frecuencia o nerviosismo continuo
Sí, existen diversos tipos de déficit de atención. Hay tres grupos de déficit de atención que siguen la línea de los diferentes síntomas, en donde:
1. Predomina la falta de atención
2. Predomina la hiperactividad
3. Combina la falta de atención e hiperactividad
A la hora de tratar y diagnosticar, lo fundamental es ir con un profesional de la salud. Para diagnosticarlo correctamente se requieren de varias pruebas que descarten otras posibles causas para estos síntomas, por ejemplo, pruebas auditivas y de visión, así como otros exámenes médicos. Una vez que se confirma el déficit de atención, los tratamientos pueden ser una mezcla de terapias y medicamentos. Por lo general, con los niños se comienza por terapias de comportamiento. Sin embargo, los padres no deben temer al uso de fármacos si un profesional de la salud los recomienda, dado que no afectan el desarrollo intelectual ni generan adicción.
Lamentablemente no hay una causa clara del déficit de atención, y probablemente en muchos casos sea una mezcla de factores. Cabe destacar que no hay bases científicas para afirmar que el déficit de atención se genere por ver demasiado tiempo pantallas, comer alimentos azucarados o factores familiares como educación, nivel económico o problemas en el hogar.
Los factores de riesgo que sí aumentan el riesgo del trastorno son problemas genéticos o problemas como lesiones cerebrales, bajo peso al nacer, embarazos prematuros o consumo de agentes tóxicos como el tabaco o el alcohol durante el embarazo.