Las alianzas colaborativas pueden tener una marca propia y, gracias al desarrollo de reuniones digitales, implican una inversión de tiempo menor para los representantes que conformen la alianza. Así, los riesgos de reputación y el peso de los costos se reducen a casi cero. Por otro lado, en las alianzas colaborativas nacen ideas y se comparten conocimientos que pueden impulsar el negocio.
Un ejemplo son las redes que se están conformando alrededor de la Inteligencia Artificial. Organismos multilaterales han lanzado unidades dedicadas a impulsar vías para que la inteligencia artificial impacte positivamente a la sociedad.
Estas alianzas funcionan con una directiva abierta y empresas interesadas transversales a cualquier industria, nombran emisarios para que participen en reuniones periódicas donde se discuten proyectos, ideas y acciones.
¿Cuáles son los pilares para que estas alianzas funcionen?
Al no ser un elemento central en la agenda de quienes participan, necesitan adaptarse y ser ágiles para poder facilitar la participación continua.
Para mantener enganchados e interesados a los participantes, se necesitan muchas iniciativas que permitan a las marcas encontrar diferentes focos de interés. Si tienen pocos proyectos, se volverán dependientes y monótonos.
Quienes dirijan la alianza, deben saber entrar en diferentes comunidades. Muchas veces, el presupuesto de estas alianzas es limitado y necesitan encontrar fuentes de apoyo o trabajo ad honorem para sustentar sus actividades.
Con tantas organizaciones y proyectos, es fácil perder de vista la razón de por qué existe la alianza. Por ello, es clave establecer una misión clara, firme y de interés general que no limite el rango de acción, pero recuerde el objetivo de cada proyecto. Por lo general, debe ser un objetivo de orientación social.