La promoción de medicamentos no puede realizarla cualquiera: el proceso de promoción y comunicación de medicamentos y servicios sanitarios requiere controles y autorizaciones acompañados de estrictas regulaciones y normas.
Ética e influencer marketing en el sector healthcare
Los influencers médicos actúan como figuras prescriptoras de productos y servicios del sector salud y healthcare, pero en ocasiones, si por ejemplo, no está bien trabajada la estrategia de mapeo de influencers o no tienen el perfil requerido, los influencers pueden cometer el error de recomendar productos del sector salud y farmacéutico que no son del todo recomendables para las personas o que aún siéndolos, deben estar recetados por un especialista médico.
En ocasiones, los influencers pueden acabar siendo víctimas y precursores de la desinformación, en el caso del sector salud, ello puede afectar de manera directa a la salud de sus seguidores. Lo mismo ocurre con aquellos usuarios web que comparten sus experiencias con algún tratamiento o enfermedad en las redes sociales creando, sin querer, una comunidad en la que se potencia el diálogo y la discusión que genera influencia sobre el resto de usuarios o pacientes con patologías similares.
Con la web 2.0 y las redes sociales la velocidad de la información se ha multiplicado, pero también se han multiplicado las fake news y noticias que promueven bulos, así como su alcance. Debemos de tener en cuenta que los medicamentos no son productos sin más, ya conocemos las regulaciones y controles a los que se somete la publicidad de estos productos.
Algunos temas de salud o algunas patologías, son especialmente, más propensas a la desinformación. Esto ocurre con el Cáncer y los “remedios milagro” para su cura y prevención. Las vacunas, con la reciente pandemia de la COVID-19, han sido el objetivo de muchos detractores de las mismas, utilizando argumentos no fundamentados por la comunidad científica para tumbar estos remedios de prevención. Por último, más de la mitad de los bulos que circulan en internet sobre la salud, están relacionados con la alimentación: la existencia de superalimentos o los productos modificados genéticamente han despertado las motivaciones de muchos usuarios de la red para causar desinformación al resto de usuarios.
Influencers no especializados: un riesgo para la salud
Resulta realmente peligroso que figuras como los influencers no especializados en salud promocionen de manera libre medicamentos. Siguiendo el Código de Ética de la Comunicación, esta acción no se contempla como una buena práctica. De hecho, los únicos países en los que está permitido que los influencers sean prescriptores de medicamentos de manera remunerada son Estados Unidos y Nueva Zelanda.
Esto se debe a que existen múltiples riesgos potenciales en la promoción de fármacos por parte de influencers no especializados. Un mes antes del comienzo de la pandemia de la COVID-19 el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos en España en colaboración del Instituto de Salud sin Bulos, publicó una campaña conocida como #MedicamentosSinBulos para de esta manera advertir del riesgo de consumir medicamentos que no hayan pasado por un control a la hora de haber sido promocionados. En abril de este año la revista Journal of Medical Internet Research publicó un artículo para concienciar a la población sobre los peligros de las promociones realizadas en internet por parte de los influencers.
Venta libre vs efectos secundarios
Una de las primeras figuras de influencia en las redes sociales en recomendar un producto farmacéutico fue Kim Kardashian. En 2015, Kardashian se encontraba en su primer trimestre de embarazo cuando recomendó el medicamento Diclegis para aliviar sus náuseas matutinas o como ella posteaba #morningsickness a sus más de diez millones de followers en Instagram. La Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidenses, no tardó en señalar el post de la influencer para señalar los riesgos de este medicamento, así como realizar una petición a Kim Kardashian de eliminar su publicación y sancionar con una penalización al fabricante del medicamento.
Otro caso muy polémico fue la promoción de las toallitas Eridosis por parte de los influencers. Estas toallitas destinadas al tratamiento de problemas tópicos como el acné, llevan en su composición dosis de antibiótico: eritromicina, además de estar sujeto a prescripción médica. Este producto estuvo siendo recomendado por diferentes influencers como un medicamento milagro, cuando la realidad es que al ser un medicamento, presenta efectos secundarios como alteraciones dermatológicas, sequedad de la piel, irritaciones y ampollas por quemazón cutánea.
Algo similar ocurrió en tiempos de pandemia, cuando la promoción de remedios falsos cobró auge en las redes sociales. En Colombia se investigó a un influencer por promocionar el dióxido de cloro como un remedio curativo para la COVID-19. El consumo de este principio supone un riesgo exponencial para la salud y puede tener reacciones graves en nuestro organismo: el consumo del dióxido de cloro es capaz de producir dolores abdominales fuertes, náuseas y diarreas que pueden suponer la deshidratación de los individuos o fallo renal. Los vapores derivados de este compuesto pueden resultar un problema para nuestra visión produciendo irritación o edemas pulmonares en caso de ser respirados.
Más allá de los efectos secundarios: remedios milagrosos
La desinformación no sólo llega a los medicamentos, sino que se extiende también a los productos o remedios “milagro”, que pueden acabar siendo un riesgo para la salud de los consumidores. Los remedios más promocionados son aquellos que tienen que ver con soluciones rápidas para adelgazar suponiendo un riesgo para nuestra salud a la hora de tomarlos o por el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). No son pocos los bulos y acciones milagros que han circulado por las redes y que los usuarios de las mismas han realizado asumiendo sus riesgos.
Las organizaciones de consumidores de diversos países han denunciado el contenido de algunos influencers por publicidad ilícita no fundamentada. Por ejemplo, existen organizaciones de consumidores que han señalado a un personaje con capacidad de prescripción en las redes por la promoción de unas tiras dentales capaces de blanquear los dientes que pueden derivar en confusiones de los posibles consumidores.
Conclusión sobre prescripción de “expertos” que no lo son
Como comentábamos la prescripción de medicamentos por parte de los influencers, aunque sean de venta libre, tienen un riesgo considerable. Al final, estas figuras que no tienen, en la mayoría de los casos, conocimientos en el campo sanitario basan sus recomendaciones en “a mí me funciona” sin tener en cuenta el riesgo que puede suponer para cualquier otro perfil de paciente, debido a que están pasando por alto los efectos secundarios o interacciones que pueden experimentar otros usuarios.
Lo cierto es que cada vez más pasamos más tiempo de nuestro día en las redes sociales: investigadores calculan que al menos tres horas de nuestro día están destinadas a la revisión de las mismas, pero la realidad es que la salud es un tema o un ámbito demasiado serio e importante para dejarla en manos de los influencers y no contrastar la información con un profesional.