En un contexto donde la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta omnipresente en la creación de contenido, los datos recientes invitan a una reflexión profunda sobre su uso y sus límites. Un análisis realizado por Originality.ai sobre más de 50.000 páginas web ha revelado que el 92% del contenido generado por inteligencia artificial ha sido retirado del índice de Google. Este hallazgo sacude las bases del SEO automatizado y cuestiona prácticas ampliamente adoptadas por agencias, marcas y creadores digitales.
El auge de los generadores de texto basados en inteligencia artificial generó una fiebre de productividad sin precedentes. Herramientas como ChatGPT, Bard, Gemini, Claude o Copy.ai prometían multiplicar la capacidad editorial de cualquier organización sin incrementar sus recursos humanos. Muchas marcas comenzaron a escalar contenido con una intensidad inédita: cientos de artículos al mes, múltiples versiones para cada keyword, campañas enteras alimentadas por IA sin una curaduría humana sólida.
Pero esa burbuja ha empezado a desinflarse. Las actualizaciones del algoritmo de Google en 2024 y 2025 han sido especialmente severas con el contenido automatizado que carece de profundidad, relevancia y propósito. No importa si el texto ha sido editado para parecer humano; si no resuelve una necesidad concreta del usuario, si no está alineado con una intención de búsqueda clara o si no aporta una visión diferenciada, está condenado a la desindexación.
El SEO ya no premia la cantidad ni la apariencia. Premia la utilidad, la autenticidad y la experiencia demostrable. Google no penaliza el uso de IA como herramienta, sino la mediocridad de su aplicación.
La filosofía de Google se ha ido convirtiendo hacia lo que denomina E-E-A-T: Experience, Expertise, Authoritativeness, Trustworthiness. En particular, en los llamados temas YMYL (Your Money or Your Life), como salud, finanzas o derecho, el buscador exige que el contenido esté creado por personas con experiencia demostrada en la materia. Esto tiene sentido, ya que no queremos consejos médicos generados por un modelo estadístico sin criterio clínico ni recomendaciones financieras sin conocimiento del entorno económico.
El contenido superficial, reciclado, redundante o decorado con fórmulas SEO sin sustancia ya no tiene cabida. La IA puede generar texto, pero no puede generar experiencia. Puede imitar el lenguaje, pero no la autoridad construida con años de práctica y experiencia.
No hace falta que un texto diga "generado por IA" para que Google lo detecte como tal. El algoritmo ha aprendido a identificar una serie de patrones asociados a contenido de baja calidad:
• Ausencia de estructura o jerarquía clara
• Uso repetitivo o irrelevante de palabras clave
• Redacción plana, sin matices ni estilo propio
• Introducciones genéricas, párrafos que no desarrollan ideas y conclusiones vacías
• Artículos que repiten información existente sin aportar una visión única
• Falta de fuentes fiables o de vínculos con experiencias reales
Este tipo de contenido no engancha, no educa, no inspira. Y Google lo sabe. El resultado es su invisibilidad. Ser retirado del índice de búsqueda es, en la práctica, como desaparecer de internet.
Ante las penalizaciones, muchas marcas han optado por editar los textos generados por IA para intentar "humanizarlos". Cambiar algunas frases, insertar conectores, diversificar el léxico. Pero esto, en la mayoría de los casos, no corrige el problema de fondo: la falta de valor y calidad. La edición cosmética no convierte un contenido mediocre en contenido útil.
La clave está en construir desde la estrategia. No se trata de generar textos, sino de aportar ideas. No basta con parecer humano: hay que pensar como humanos, desde la empatía, el conocimiento y la creatividad. La IA puede ser una aliada, pero no puede sustituir el pensamiento crítico ni el propósito editorial.
Según Originality.ai, “el contenido útil y original es el que sobrevivirá. No el que intenta parecer humano, sino el que aporta algo que ninguna máquina puede fingir”. Esta afirmación encierra una lección fundamental para los profesionales de la comunicación, el marketing y la creación de marca.
Sobrevivirá el contenido que tenga una voz propia, el que conecte con experiencias reales, el que responda preguntas que aún no tienen respuesta, el que documente procesos, el que narre desde la cercanía, el que genere comunidad. Sobrevivirá, en definitiva, el contenido con alma.
En este escenario, las agencias de comunicación y publicidad tienen un papel más importante que nunca. No como fábricas de texto, sino como guardianes del valor. En APC Publicidad, entendemos que el futuro no está en automatizar sin freno, sino en construir narrativas con sentido, que ayuden a las marcas a posicionarse desde su autenticidad.
Una estrategia de contenidos relevante hoy exige:
• Un mapa claro de intenciones de búsqueda y necesidades reales de las audiencias.
• Escucha activa del contexto social, cultural y digital.
• Creación desde la experiencia del cliente, el producto o el servicio.
• Supervisión editorial de cada pieza, con mirada crítica.
• Diversificación de formatos, pero coherencia de fondo.
• Uso ético, estratégico y transparente de herramientas de IA.
Más allá de la eficiencia y el rendimiento, el uso masivo de IA en contenidos plantea interrogantes éticos que no podemos eludir. ¿Qué implica que una marca comunique sin personas? ¿Qué responsabilidad tiene una organización cuando delega su discurso en un algoritmo?
Generar contenido exclusivamente con IA puede derivar en:
• Perder la conexión humana con las audiencias.
• Diluir la identidad de marca en fórmulas genéricas.
• Aportar información sin verificar ni contextualizar.
• Reforzar los sesgos aprendidos por los modelos.
• Suplantar voces reales por reproducciones sintéticas.
La autenticidad no es solo una estrategia de posicionamiento: es un compromiso ético con la verdad, la diversidad y el impacto de nuestras palabras. En sectores sensibles como salud, sostenibilidad, educación o inclusión, la creación de contenido requiere sensibilidad, reflexión y responsabilidad.
En APC Publicidad creemos que la IA puede ser un recurso, pero no un sustituto. Cada marca tiene una historia que solo puede contarse desde la vivencia, la intención y el matiz humano. Reducir la comunicación a una cadena de producción automatizada es traicionar esa historia.
La clave no está en rechazar la inteligencia artificial, sino en integrarla con inteligencia humana. El futuro es híbrido: combinar la eficiencia de la IA con la visión editorial de personas expertas.
Esto implica:
• Usar la IA para propuestas iniciales, pero nunca como producto final sin revisión.
• Validar siempre el contenido con especialistas.
• Construir bancos de conocimiento internos que reflejen la experiencia real del cliente.
• Priorizar temas donde se tenga liderazgo o perspectiva diferencial.
• Medir el impacto más allá del SEO: valor percibido, fidelidad, reputación.
En lugar de producir en masa, es momento de publicar con sentido, de pasar del volumen al vínculo, de la cantidad a la calidad. Solo así sobreviviremos en un entorno cada vez más exigente y saturado.
La desindexación masiva de contenido generado por IA no es una anécdota técnica: es una advertencia. Nos dice que la automatización sin criterio no es viable. Que la mediocridad, por muy optimizada que esté, no engancha. Que el contenido debe volver a su esencia: servir a las personas, resolver necesidades, inspirar, construir comunidad.
En APC Publicidad defendemos un enfoque de comunicación que combine tecnología y humanidad, eficiencia y propósito. No se trata de escribir más rápido, sino de decir algo que merezca la pena ser leído.
Si quieres crear una estrategia de contenidos que no solo sobreviva al algoritmo, sino que genere valor real para tus audiencias, te ayudamos a construirla desde la autenticidad, la experiencia y la creatividad. El futuro es humano. Incluso cuando lo escribimos con ayuda de una máquina.