Aunque ya nos parece una eternidad atrás en este paso del tiempo “covidiano”, hace apenas unos meses el gran debate del año parecía ser las aplicaciones de rastreo para hacer frente al contagio en la pandemia. Todavía existen dudas y es difícil encontrar un método que ayuda a definir si funcionan o no, pero por ahora se sigue avanzando.
Recientemente, el gobierno alemán comunicó un balance positivo de los primeros 100 días de la aplicación de rastreo que activaron a nivel nacional y que consiguió alrededor de 18 millones de descargas. Sin duda, la aplicación más exitosa en Europa y probablemente en el mundo occidental. En total, se transmitieron 1.2 millones de resultados vía la herramienta, y casi 5.000 usuarios alertaron a posibles contactos a través de la plataforma.
En palabras de los propios creadores de esta exitosa aplicación, no fueron ni son un remedio mágico, sino una herramienta más. Una eficaz para controlar las transmisiones.
A través de una plataforma digital con tecnología blockchain intentó que de forma voluntaria las personas compartieran información clave como su localización a través de un proceso que también contemplaba la gamificación y la posibilidad de convertirte en un “superhéroe”. Gracias a la información ofrecida por los usuarios, se pudo generar mapas de riesgo y tomar decisiones clave como saber a dónde enviar mascarillas o qué poblaciones podían empezar el proceso de desconfinamiento o por el contrario, debían confinarse.
A través de la aplicación digital Corona100 el gobierno central del país asiático ha puesto a disposición de los ciudadanos la posibilidad de recibir en sus dispositivos móviles alertas sobre lugares que se encuentren a una distancia de 100 metros en donde hayan focos de contagio o donde alguna persona contagiada haya estado. En el país, adicionalmente, se ha utilizado información ligada a transacciones comerciales realizadas a través de tarjetas de crédito de usuarios contagiados.
Mediante pulseras digitales de geolocalización conectadas con una aplicación digital, el gobierno de esta región administrativa especial dentro de la República de China, hacia seguimiento de la ubicación de personas que debían estar en cuarentena durante 14 días a través de tecnologías como el bluetooth, wifi y señales geoespaciales. Las personas que violaran la cuarentena y estuvieran fuera del espacio permitido recibían una alerta de la aplicación exigiendo hacer un escaneo del código QR, lo cual permitía saber si las personas, en efecto, habían violado el periodo de cuarentena y confinamiento.
De igual forma que en Hong Kong, en Singapur se hacía seguimiento a las personas, pero en vez de hacerlo a través de pulseras era un aparato que a su vez se comunicaba con los utilizados por otras personas, lo cual permitía saber con qué personas habías estado en contacto en caso de estar contagiado o a la inversa, saber si habías estado en contacto con alguna persona contagiada.
Uno de los grandes obstáculos y desafíos pendientes de las autoridades es la de masificar el uso de la herramienta. Por un lado, existe una barrera “natural” que es la de expandir la digitalización de la población para que incluya a más personas dentro de ese universo rastreable. El otro, y en el que nos enfocamos en este texto, es el de garantizar la privacidad de las personas para que sientan la confianza de utilizarla sin exponerse a ningún peligro.
Este segundo punto, que tiene ramificaciones sociales y dependerá mucho de la capacidad de las instituciones de recuperar la confianza de la gente, es el que probablemente definirá el futuro del rastreo como herramienta o no para la protección ciudadana. Lo que sí es seguro es que estos avances son la base para las herramientas que quedarán afinadas para una próxima crisis de esta naturaleza.
Así como las guerras mundiales y sus consecuencias fueron también la cuna de descubrimientos que moldearon el futuro del mundo, estas apps de rastreo son tecnologías incipientes para sistemas que probablemente tendrán aplicaciones en la vida diaria como pasaportes digitales, monedas descentralizadas, certificación de documentos legales en la nube, entre otros.