La construcción de una identidad de marca tiene muchas aristas. El manual de marca puede ser extenso, aunque lo ideal es hacer una guía simple que tus colaboradores entiendan y así lograr pasar del papel a la realidad de la manera más simple posible.
La identidad de marca es la manera en que defines cómo tu marca se expresa: ¿Es cercana y seria? ¿Es extrovertida pero unidireccional? La mejor opción siempre va a depender de tus objetivos y tu audiencia. Si ya tienes eso definido y sabes exactamente cómo debe entenderse tu empresa, te damos algunas líneas de lo que debes pensar a la hora de crear tu identidad verbal.
No, nos referimos a los hashtags. Las etiquetas son nombres que uno coloca a las cosas. Si tu empresa, de manera armonizada y recurrente, se refiere a sus productos, servicios o cualquier acción con las mismas palabras, tus audiencias deberían llamarlas de la misma manera. Es uno de los pilares básicos del framing, así que, a la hora de escribir esa descripción de tu oferta, más vale que pienses bien el futuro lenguaje alrededor de ella.
Suena a lo que los abogados o antiguos políticos escribían para declarar algo denso y aburrido. Sin embargo, un manifiesto puede ser incluso divertido. El manifiesto es esa columna principal de lo que tu empresa cree, defiende y hace. Si pudieses poner en un discurso tu misión, visión, valores y oferta, probablemente tendrías el manifiesto. Es importante invertir tiempo en crear uno porque es un repositorio del lenguaje verbal que usa tu marca. Ante cualquier duda sobre cómo expresarse sobre algo, tu manifiesto debería responder.
Es el aura alrededor de tu personalidad. Para encontrarla, es importante pensar en cómo te quieres relacionar con tus clientes; en cómo te ganas su confianza. No es lo mismo el tono ideal de un banco que busca transmitir seguridad sobre el dinero de sus clientes, a una marca de videojuegos que quiere que sus gamers sientan la adrenalina de un nuevo lanzamiento.