Cada empresa tiene o debería tener un propósito. Debajo de esos propósitos hay un grupo humano de personas que también tienen o deberían sentir que tienen un propósito de vida.
Ahora que hemos hablado de bienestar y salud como un elemento de mayor importancia para los negocios y la comunicación con empleados y clientes, queremos conversar un poco sobre el propósito y cómo si se puede, aunque sea imposible resumirlo a una ecuación, establecer parámetros que nos ayuden a ser mejores y encontrar propósitos de vida.
Los 9 valores que define Mckinsey son: logros, conservación, cuidado, libertad, respeto, tradición, placidez, estabilidad y justicia. Según la importancia que cada persona le dé a esos valores, se definen tres tipos de personas:
Destacan los valores de logros, tradición, respeto y placidez. Buscan reconocimiento y temen ser humillados y/o apartados.
Destacan los valores al cuidado, estabilidad, justicia y la conservación. Buscan ayudar o guiar a otros con un balance de vida, temen la soledad o la inestabilidad.
Destacan los valores de la libertad, el respeto y la tradición. Buscan autonomía y éxito personal, temen ser controlados, presionados o censurados.
Cada categoría tiene sus propios retos y oportunidades. Lógicamente, en el plano práctico las personas son más que casillas y parámetros, pero estos ejercicios nos ayudan a canalizar nuestros deseos en un propósito que encaje con nuestro modelo de valores.
Cualquier persona u organización que quiera dar un impacto positivo en su entorno o pretenda sacar el máximo potencial de sus colaboradores, puede basarse en este modelo para ayudar a las personas a encontrar su propósito.