Aunque aquí somos partidarios de que la normalidad regresará casi en su totalidad cuando se controle la pandemia, sí creemos que hay cambios puntuales en el carácter de las personas producto de la tensión, estragos y efectos en cadena que se precipitaron por la COVID-19.
Más allá de la evidente aceleración en la digitalización de nuestras relaciones, hay ajustes emocionales y psicológicos que encontrarán efectos tangibles en el consumo de las personas. Por ello, hoy queremos exponer algunos de estos cambios que creemos serán los modificadores clave de la conducta de nuestros clientes.
Un consumo más emocional
Ya tiene tiempo creciendo, pero se va a acentuar. La relación de los consumidores con sus productos será más emocional que nunca. El producto tiene que buscar ser una extensión de la identidad de las personas.
La “glocalidad” evoluciona
En línea con lo anterior, el sentimiento de pertenencia va a pesar más en las decisiones. Ante un mundo incierto y volátil, las personas buscan respuestas en su terreno.
Menos es más
En un entorno saturado, los consumidores buscan simplicidad. Las ventas tienen que buscar más sustancia en menos tiempo o espacio. La cultura de la atención es cada vez más corta y las marcas tienen que evitar dar mensajes incompletos.
Seguridad
La seguridad y la confianza comienzan a ser tangibles más valiosos. Ante un evento global que amenazó la vida de todos y rompió con la rutina más básica de la sociedad, el efecto post pandemia debería llevar a la gente a valorar más esos conceptos tan básicos que, en pocas palabras, les transmiten que tienen mayor control sobre sus vidas.
Desalineación social
La hiper-segmentación tiene otra línea de desarrollo paralela, y es que los diferentes grupos cada vez se entienden menos entre ellos. Por ello, la segmentación del mensaje debería volverse más compleja y creativa.