La búsqueda de creatividad e innovación se ha vuelto una aspiración constante en todos los ámbitos de nuestra vida. A diario, nos involucramos en una competición donde estos dos conceptos representan la meta, y erróneamente creemos que solo aquellos que llegan primero son los verdaderos ganadores, sin importar los sacrificios.
Sin embargo, la realidad demuestra que no siempre es así. En ocasiones, quienes cruzan la línea de la creatividad e innovación en primer lugar no son necesariamente los que alcanzan el mayor éxito. Los auténticos triunfadores son aquellos que mantienen un ritmo constante a lo largo de toda la carrera, logrando completarla con conciencia de cada paso dado.
En resumen, son aquellos que han sabido administrar sus esfuerzos de manera adecuada desde el inicio hasta el final. Cuando nos enfrentamos a un problema o desafío, es común observar un patrón de comportamiento generalizado entre la mayoría de las personas.
Se asemeja a la dinámica de una carrera, donde el deseo primordial es alcanzar la meta lo más rápido posible. Nos concentramos intensamente en la búsqueda de una solución de manera directa, como si esperáramos una revelación divina, descuidando a menudo otras circunstancias que podrían ser relevantes. Este enfoque apresurado nos lleva a buscar la resolución de forma casi impulsiva.
En este afán por encontrar respuestas rápidas, ignoramos a veces la importancia de considerar todos los elementos que rodean el problema. Al enfocarnos únicamente en la rapidez, perdemos de vista la riqueza de detalles y matices que podrían ser esenciales para una solución integral y duradera.
Cuando la tan ansiada idea genial no se materializa de inmediato, es cuando experimentamos una sensación abrumadora. La frustración se apodera de nosotros, y pareciera que el mundo se desploma a nuestro alrededor. Sin embargo, este momento de bloqueo puede ser una oportunidad valiosa para reconsiderar nuestra aproximación y adoptar una perspectiva más reflexiva y estratégica ante el desafío que enfrentamos. La búsqueda de soluciones, aunque a veces requiera tiempo y paciencia, puede beneficiarse enormemente de un enfoque más equilibrado y consciente.
El mencionado mecanismo inconsciente a menudo nos impide obtener soluciones óptimas acordes con la situación que enfrentamos. Es crucial reconocer la necesidad de adoptar un enfoque estratégico y reflexivo. Esto implica no apresurarse a resolver el problema antes de comprender completamente sus dimensiones. La creatividad, lejos de ser un destello repentino de inspiración, es un proceso que sigue un largo camino, marcado por distintas etapas.
El design thinking se presenta como una técnica orientada a acelerar la innovación para generar soluciones más efectivas ante los desafíos que enfrentan tanto las empresas como la sociedad en general. Su enfoque comienza poniendo a las personas en el centro, adoptando un diseño centrado en el ser humano y empleando herramientas creativas del diseño, como el storytelling, la creación de prototipos y la experimentación, con el objetivo de proporcionar innovaciones revolucionarias.
Esta metodología es versátil y aplicable a cualquier propuesta que requiera la creación de nuevos productos o servicios como respuesta a una realidad específica que enfrenta un cliente. En este contexto, no existen limitaciones para el desarrollo de ideas o innovaciones, ya que el espectro de la creatividad abarca diversos campos. No obstante, es fundamental que las soluciones resultantes del design thinking cumplan con tres características esenciales: deben ser deseables para las personas, factibles de ser desarrolladas y viables desde una perspectiva económica.
Para facilitar el proceso de concepción de ideas que cumplan con estas tres cualidades y que se adecuen al contexto en el que se pretenden aplicar, el design thinking propone una hoja de ruta compuesta por 5 pasos.
Dichos pasos proporcionan una estructura para guiar el pensamiento creativo y la resolución de problemas, asegurando que las soluciones finales sean efectivas y respondan de manera integral a las necesidades del usuario y a las condiciones del entorno.
La fase inicial del proceso en la técnica del design thinking es la etapa de empatía, considerada esencial en nuestro camino. Esta fase se dedica al descubrimiento y comprensión de las necesidades fundamentales del consumidor.
En este proceso empático, el enfoque se centra en analizar a fondo al cliente, buscando comprender sus motivaciones reales y haciendo propias esas perspectivas. No se trata simplemente de observar a los usuarios, sino de interactuar activamente con ellos. Por lo tanto, el objetivo principal de este primer paso es descubrir las necesidades, los deseos o las solicitudes de las personas para las cuales estamos abordando el problema.
Para lograr una empatía efectiva, es crucial comenzar observando y conociendo, es decir, recopilando datos cualitativos y cuantitativos que resulten relevantes a lo largo del proceso. Estos datos son fundamentales para identificar problemas o áreas problemáticas en ciertos productos o servicios. Durante la fase de empatía, es esencial anotar la información y dejar de lado prejuicios o suposiciones previas sobre la realidad en la que estamos trabajando, permitiéndonos sumergirnos en el problema con una perspectiva objetiva.
Diversas técnicas de investigación, como la observación directa, encuestas, entrevistas, participación activa o interpretación del lenguaje corporal son herramientas comúnmente empleadas para recopilar información durante esta fase. Todo este proceso de recolección de datos contribuirá significativamente a mejorar el producto final y, por ende, la experiencia del usuario.
Después de conocer las diversas necesidades de los clientes en la etapa anterior, es el momento de definir cuáles son las principales, es decir, aquellas a las que buscamos brindar una respuesta o solución. Para lograrlo, llevamos a cabo una evaluación minuciosa de la amplia variedad de problemas detectados.
Esta fase de definición del problema puede considerarse posiblemente la más ambigua y compleja de todo el proceso, dado que hasta ahora solo contamos con datos y suposiciones. Se requiere tolerar la incertidumbre y la ambigüedad, permitiendo que el espacio y el tiempo trabajen para "cocinar" nuestro problema.
La tarea de definir implica analizar datos, identificar causas subyacentes, definir el público objetivo y volver a ajustar la formulación del problema para no perder de vista su esencia. Para facilitar esta última tarea, una técnica efectiva consiste en repetir y completar una misma frase con diversos enunciados: "How might we...?" (¿Cómo podríamos nosotros...?).
Cada palabra de esta pregunta está diseñada para que las personas no se bloqueen ni sientan temor al proponer ideas, esto estimula la resolución creativa de problemas:
• "How": implica que existen soluciones.
• "Might": indica que podemos tener ideas que podrían funcionar.
• “We": sugiere que lo haremos juntos.
Algunos ejemplos prácticos podrían ser: ¿cómo podríamos mejorar la experiencia del paciente que debe someterse a una resonancia magnética? ¿Cómo podríamos ayudar a las personas mayores a recordar la toma de sus medicamentos? ¿Cómo podríamos concienciar a los jóvenes sobre la importancia de buscar ayuda profesional en casos de problemas de salud mental?
En la fase de generación de ideas del design thinking, se promueve un enfoque creativo y libre, alentando la presentación de múltiples propuestas para abordar las preguntas identificadas anteriormente. Durante este proceso, se valora la cantidad y la diversidad de ideas sobre la calidad, permitiendo errores y explorando diversas técnicas para estimular la creatividad. El objetivo es exponer una amplia gama de soluciones potenciales al problema antes de evaluar su calidad.
Para inspirarse, se utilizan métodos efectivos como los mapas mentales, que visualizan y clasifican ideas relacionadas con un concepto clave, y el brainstorming, que fomenta la generación de ideas en un entorno grupal relajado. Estos enfoques buscan maximizar la exploración de opciones y perspectivas, allanando el camino para la siguiente etapa del proceso de design thinking.
La cuarta fase del proceso de design thinking se centra en materializar alguna de las soluciones propuestas para los usuarios, clientes o consumidores. Los prototipos pueden variar en formato, desde opciones digitales como sitios web hasta elementos físicos como dibujos, maquetas o diseños. La fidelidad entre los prototipos y el producto final depende de la intención de quienes los crean, pudiendo ser altamente representativos del producto real o simples esbozos.
La creación de prototipos busca explorar la viabilidad de una solución específica y puede inspirar a otros al recopilar más ideas. Durante este proceso, es esencial aceptar que la materialización de un diseño tangible puede revelar fallos no identificados en las ideas. Además, se destaca la importancia de la iteración, ya que es común realizar múltiples intentos y producir diversas versiones en busca de la más adecuada. Este enfoque permite perfeccionar y adaptar la solución de manera continua hasta alcanzar un resultado óptimo.
La última fase del proceso de design thinking representa el momento crucial en el cual se presenta al usuario el diseño final desarrollado a partir de la propuesta inicial. En este punto, los clientes o las partes interesadas desempeñan un papel clave al proporcionar retroalimentación, tanto positiva como negativa, sobre el producto o servicio creado, con el objetivo de identificar aspectos específicos que requieren mejoras.
La fase de prueba implica mantener una consideración constante de la experiencia del usuario, teniendo en cuenta sus necesidades, emociones y desafíos al enfrentarse a la solución definida. Además, este proceso de pruebas puede repetirse en varias ocasiones para ajustar y refinar continuamente el diseño. En esta etapa, la evaluación se centra en la viabilidad y efectividad del proyecto, asegurando que la solución final cumpla de manera óptima con los requisitos y expectativas del usuario.
El resultado final del proceso de design thinking sirve como un claro reflejo que determina si se han gestionado de manera adecuada los esfuerzos desde el inicio hasta el final, en cada uno de los pasos del proceso. Es esencial mantener un ritmo constante a lo largo de esta "carrera de la creatividad", similar a no enfocarse en los últimos metros antes de la meta sin haber recorrido los primeros kilómetros.
En el design thinking, se aboga por una progresión coherente: antes de concebir la solución final, se destaca la importancia de empatizar con las necesidades de los usuarios y avanzar paso a paso en la resolución del problema. Este enfoque secuencial garantiza una comprensión profunda del contexto y una iteración continua, permitiendo que el proceso sea más eficaz y que las soluciones sean más sólidas y ajustadas a las necesidades reales de los usuarios.
Y si todavía tienes dudas sobre el design thinking te recomendamos dos opciones: leer el libro “Pensar rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman o que te pongas en contacto con nuestro equipo.