La atención de los medios es buena hasta cierto punto; demasiada atención probablemente signifique que algo anda mal en la empresa porque los medios están como sistema de escrutinio. Por naturaleza, su foco tiene que ir hacia las cosas que impliquen urgencias.
Otro condicionante que vale la pena aclarar es que los medios cada vez tienen más información a la cual atender y menos capacidad para hacerlo. Es decir, hay más historias que contar y menos periodistas. Esto porque los medios tradicionales están dando paso a un mundo digital en el que las fuentes de información tienen una salida directa.
Por ello, es importante tener algunas claves estratégicas en mente para saber hacer frente a esta realidad. Mientras balanceamos nuestra necesidad de cobertura con el desarrollo de canales propios fuertes, podemos seguir algunos consejos básicos para atraer mejor la atención de los medios.
Partiendo de unos límites lógicos, es mejor pecar de exceso que de austeridad. En este mercado de información tan competitivo, el flujo comunicacional de nuestra organización tiene que ser robusto.
La comunicación unidireccional pierde fuerza con el pasar de los años. A medida que la gente se siente empoderada, demandan atención de regreso. Nuestras marcas tienen que saber conversar con las audiencias y hacer relaciones de valor producto de ese diálogo.
Detrás de todas las salas de redacción hay seres humanos. Un café o un desayuno con periodistas cada cierto tiempo son inversiones fáciles que con el tiempo maduran y se vuelven confiables e invaluables.
Sabemos que hay hitos o momentos clave que la empresa quiere ver en las portadas de todos los medios. Sin embargo, estos hitos tenemos que seleccionarlos muy bien. Si no sabemos identificar los momentos verdaderamente especiales de la organización, los periodistas tampoco sabrán hacerlo. Darle la importancia correspondiente a solamente una lista selecta de momentos es lo que ayudará a otros a interpretarlo de la misma manera. Si todo es urgente, nada es urgente.